viernes, 31 de diciembre de 2010

YA ESTAMOS EN NAVIDAD

 Ya estamos en Navidad, ya hemos recorrido el camino de la preparación. La preparación ha sido diversa: la Iglesia se prepara con el tiempo de Adviento, así se prepara la llegada de Jesús. Los empresarios se frotan las manos esperando una buena campaña, unos días que den un alivio a las tiesas cajas, a los ánimos decaídos. Otros nos preparamos haciendo compra y acopios de alimentos para que nuestras mesas luzcan porque “un día es un día”. Mientras tanto en esta época invernal nuestras tarjetas tiemblan; se han convertido en un auxilio necesario; cuando compramos no nos damos cuenta de que a final de mes, los bancos nos enviarán las consabidas facturas y cargos. Ese es el momento en que temblamos y la pingüe mesa se convierte en un recuerdo nefasto. Aquellas carnes selectas, aquellos mariscos tan vistosos y que tantos elogios nos reportaron de los comensales se convierten en gélidos números. Los turrones y mazapanes se nos repiten en el estómago y en el recuerdo.

Somos así y nadie nos va a cambiar. Desde el verano venimos comprando la célebre lotería, la mayoría de los décimos y participaciones las colocamos en una cajita, que cuando nos damos cuenta está llena, pero, llena de ilusiones. Esas ilusiones se van evaporando la mañana del día 22. Van saliendo los premios y nuestros números están holgazanes. Se acaba el sorteo y todavía nos queda el consuelo de las pedreas, pero, nada; si acaso algún reintegro. Hacemos promesa de que el año que viene no repetiremos esta situación.

A medida que pasan los días empezamos a almacenar alimentos porque “hombre previsor vale por dos”. Las visitas a los supermercados se hacen más frecuentes. Ya tenemos la carne congelada, los frutos secos, los turrones, ya lo tenemos casi todo. Hemos ahorrado unos euros. Pero es casi todo porque yo el pescado lo quiero fresco, porque no es lo mismo que congelado; me faltan los regalos de Papa Noel, porque ahora somos europeos y, también, confiamos en la magnanimidad de este simpático personaje. A los Reyes Magos ya les hemos escrito nuestras cartas. Cartas ilusionadas, cartas con promesas de portarnos bien, cartas aceptando un poquito de carbón, cartas extensas, cartas... de los bancos emisores de las tarjetas.

Y llegó Nochebuena, nuestra mesa la sacaríamos al balcón para que los vecinos la viesen. No nos falta un detalle. Nos pondremos enfermos de comer. Un día es un día, perdón, una noche es una noche. Ya no podemos engullir más. Y después de una variedad de platos nos quedan los turrones, los frutos secos, los... Ya sólo nos falta buscar una buena solución casera o farmacéutica para la indigestión. A altísimas horas de la noche nos espera una confortable cama, estamos cansados de comer y nos merecemos un descanso. Ese descanso se interrumpe varias veces porque nuestro cuerpo se niega a trabajar con una digestión de tal volumen.

Buenos días, FELIZ NAVIDAD. El 25 es el día de Navidad. Nuevamente se repetirá la escena. Lo tenemos todo planificado. De nuevo una variedad de platos. “Blanco sobre blanco” y así el 26, Nochevieja, Año nuevo, los Reyes...y otros cuantos días porque nos ha sobrado de todo. Acaba enero y todavía estamos sacando congelados de aquellas comidas y cenas. Ahora nos cuesta más de comer porque ya nos han llegado los cargos en la cuenta. Creo que se nos atraganta.

Estamos en crisis, pero somos consumistas y animales de costumbre; los verbos en futuro no se conjugan. Compra, gasta, consume, come, disfruta, vive... y paga.

Es así, y aún siendo así nos deseamos paz, salud, amor, felicidad. Amén

domingo, 19 de diciembre de 2010

Carlos Cano

CARLOS CANO, CANTOR DEL PUEBLO


Un 19 de diciembre del año 2000, hoy hace 10 años; murió lleno de vida Carlos Cano.
Dos veces en mi vida tuve la oportunidad de hablar de tú a tú con Carlos. Las dos fueron especiales. En la primera observé a un hombre callado, reflexivo, pero con grandes vivencias interiores. La segunda vez, observé a un Carlos Cano que había sacado desde dentro esas vivencias y las pregonaba a los cuatro vientos. Tuve oportunidad de hablar largo y tendido en los camerinos, mientras él esperaba que yo presentase su espectáculo. Nunca pensé que ese intercambio de opiniones influiría tanto en mí.


 
“Entre los cantores para quienes la canción es compañía del hombre, Carlos Cano es aquel que canta las historias que los propios hombres son. Por eso sus poemas están cargadas de gente, por eso su música es la de las voces de los cuatro caminos. La voz de la güajira, de la mujer general, de Lucrecia, de la reina del blues, la voz de Jaume Sisa, de Rigoberta Menchú, igual que las voces de los que no tienen nombre ni atributo, reunidas en el drama cósmico de la Humanidad” (José Saramago)


Carlos Cano, según su partida de nacimiento, nació en Granada. Después de sus primeros problemas con el corazón, su lugar de nacimiento, según palabras del propio Carlos, cambió: “Nací en Nueva York, provincia de Granada”.


Carlos comienza a cantar en el ámbito universitario. Eran los años en que la lucha estaba en la universidades; allí a finales de los 60 y principios de los 70, empieza a ponerle letra y música a sus inquietudes. Él conocía muy bien los problemas que le rodeaban: el paro, la miseria, los sueldos escasos, la emigración, los abusos de los señoritos con los jornaleros, cualquier problema que hiciera sufrir a los hombres y mujeres de su época. Cualquiera de sus canciones reflejan esas realidades.


Hasta 1975 no graba su primer libro: “A duras penas”. En este primer disco graba para siempre los desvelos y las inquietudes, las miserias de los humildes, aquí refleja de forma clara y diáfana su andalucismo; su amor por la tierra que le vio nacer. En este primer disco aparece “Verde, blanca y verde”. Esta canción se cantó durante mucho tiempo para reivindicar, se convirtió en el himno que apenas conocíamos. Políticamente la canción no fue correcta. Detrás de su letra estaba el sentimiento de todo un pueblo, la esperanza por una vida más equitativa, su lucha por la desigualdad.


A partir de aquí su fama fue meteórica. El pueblo encontró en Carlos la voz que no tenía, creyó en una Andalucía de todos, en una reforma agraria, en un gobierno para el pueblo. Andalucía veía en su voz el camino del bienestar.


En 1976, publica: A la luz de los cantares. Entre las muchas canciones estaba “ La murga de los curralantes”. De esta canción se han dicho cosas muy buenas, pero para mí lo más bonito es que está escrita en andaluz; en el lenguaje del pueblo. Se acabaron las S y las D innecesarias. Carlos habla como Manolo, como María, como cualquiera que no hubiese pasado por las aulas universitarias. Algunos, trataron la letra de hortera, claro, que algunos también tienen derecho a decir tonterías.


En el 1978 busca el mestizaje arábigo andaluz con su “Crónicas granadinas”. A partir de estos momentos Carlos Cano empieza a buscar nuevos horizontes, nuevos caminos para su música. Es como si tomara conciencia de que los problemas de Andalucía son los problemas de todos los pueblos oprimidos; que las injusticias no tienen frontera; que los dictadores pueden hablar lenguas diferentes, pero, que sus actos son universales. Se aleja de Andalucía a través del corazón y la soledad. Su música es más universal, y en ese universo entran: las madres de la Plaza de Mayo, María la Portuguesa, el recuerdo de Cuba, Miguel de Molina, la guerra de Bosnia..., cualquier cosa que moviese la conciencia humana anidaba en sus pentagramas.


En 1996, después de su grave enfermedad publica un trabajo donde se ve el valor de la vida, el valor de los detalles, la valoración de las cosas pequeñas. En este trabajo aparece su habanera en Nueva York, que es una reivindicación a la vida; a la oportunidad que de nuevo le ha dado la vida. Pero esa vida sigue siendo un compromiso. Su voz, su protesta, su inconformidad no se apagan, al contrario, salen como cerbatanas directas.


En 1998, se celebra el centenario del nacimiento de Lorca. Ante este andaluz universal, Carlos no se queda indiferente. Publica su trabajo: “El diván de Tamarit”. Recoge perfectamente lo que Lorca quiso transmitir: El amor, la muerte, las luces, los vientos, la sombra, la luz; y sobre todo, esta obra es un puente entre oriente y occidente.


Siempre detrás de la innovación estaba su Andalucía, su forma de vivir su tierra, su forma de preocuparse por los problemas de la gente. Llegado este momento vuelve a la copla, a aquellas melodías que el pueblo no había olvidado, aquellos cantares de casas humildes, de jornaleros cansados. Títulos como: La Tani, Ojos verdes, María de la O, La bien pagá...


Entre los últimos títulos que grabó estaba: “Te he de querer mientras viva”; eso fue lo que Carlos Cano hizo por Andalucía y, sobre todo, por las andaluzas y andaluces. Desde el cielo de los músicos y poetas sigue igual.


La voz de Carlos Cano ha quedado prendida entre los pliegues de la bandera, en las esquinas, en las noches de luna y clavel, en las maletas de los emigrantes, en los ojos perdidos de los jornaleros, en el malecón de la Habana, en las conciencias de los andaluces. La voz de Carlos Cano vuela libre, atrápala, ponla dentro de ti y notarás algo especial: el sentido de haber nacido en tu tierra, en nuestra tierra, en su tierra, en la tierra universal.

Es la tercera vez que me veo con Carlos Cano y ahora me ha contado muchas cosas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El duende del Albaicín

Los flamencos están de luto, de luto están las familias, de luto el alma y la sabiduría, de luto está Graná, de lutos los ojos húmedos, de luto las gargantas secas, de luto la fragua y el martinete, de luto está la toná, de luto lo clásico y la innovación, de luto las cuestas del Albaicín y las cuevas de Sacromonte, de luto el alba y el atardecer, y el sol en su cénit se viste de luto; como de luto se han vestido los gitanos de Graná, de Jerez, de Utrera y del mundo; un acorde de luto tienen las guitarras; de luto la prima y el bordón envían su melodía triste hasta las estrellas; pero...¿ por qué está de luto el mundo del flamenco? Porque ha muerto Enrique Morente.


¿Ha muerto Enrique Morente? No puede ser si yo sigo oyendo sus cantes alegres; si sigo oyendo su voz rasgada; si en el Albaicín sube su voz por las cuestas; si he oído las guitarras libres de cejillas; si identifico su voz; si he oído dar los buenos días a sus vecinos de la Cuesta de Palomares; si he visto a los niños tatarear sus canciones; si en mí está vivo; si lo noto; si lo veo; si me emocionó; si su voz se ve paseando por los patios y arrayanes de su Alhambra; si su porte de galán pasea por la Gran Vía; si a mí el aire no me ha dicho nada. ¿Se ha muerto compare?


Bueno, a lo mejor es que se ha ido a hacer una gira larga con Chacón, con Cobitos, con Juanillo el gitano, con los Montoya, con Camarón, con los flamencos del mundo que siguen actuando en los escenarios de nuestros corazones. Están celebrando que el flamenco es Patrimonio de la humanidad.



Es verdad que las personas se mueren. Es verdad que el nacer y el morir son las dos caras de una misma moneda. Es verdad, sí, es verdad; pero, también es verdad que los genios no mueren, se transforman en recuerdos, en estatuas de las plazas, en nombres de calles, en comentarios imperpétuos, en parte de nosotros. Así que cuando yo muera, morirá Enrique Morente.