martes, 18 de enero de 2011

ANTONIA TRISTANY

Antonia  hay que ver lo que son las cosas, a ti no te gustaba el protagonismo y hoy has sido la protagonista. Todos hemos estado contigo, a tu lado, todos en el fondo de nuestro corazón te hemos dicho cosas, cosas sinceras, aquellas cosas que cada uno guardaba como un tesoro en su recuerdo y que hoy las hemos comentado.

Yo presumo de conocerte, hemos pasado muchos años juntos, muchas horas de clase, de tutoría, de excursiones, de viajes, de vigilancias de patios, de pequeños comentarios por los pasillos. Muchas veces nos hemos servido mutuamente “de paño de lágrimas”, hemos compartidos momentos malos y buenos; momentos difusos y claros; momentos alegres y tristes; pero, claro eso es lo que hace que nos conozcamos tan bien.

Eres una persona entregada a tu trabajo, tus alumnos y ex-alumnos esta mañana en tu funeral se comían la pena y enjugaban sus lágrimas; eres la fiel compañera, la que siempre estabas al lado del que te necesitaba, por eso esta mañana con el corazón roto y los ojos rojos te hemos acompañado.

Eres la madre ejemplar, la que sabía exigir y a la vez dar. Siempre has dado más de lo que has recibido, aunque hayas recibido muchísimo has ofrecido más. A ti el cariño no se te acababa.

Eres la esposa preocupada y detallista. Josep, como todos, estaba muy emocionado, el dolor le embargaba; tus recuerdos le salían en forma de lágrimas. Tu Pepitu te quiere. No se ha movido de tu lado desde que la cruel enfermedad se apoderó de ti. Lo ha tenido claro: “Hasta que la muerte os separe”.

Cuando llegues allá arriba puedes presumir de marido, de hijas, de familia, de compañeros, de alumnos, de exalumnos, de vecinos, de conocidos. Ah, pero, yo sé que no vas a presumir porque siempre has sido muy modesta; a pesar, de ese rosario de valores que tienes. Nunca te gustó ponerte por delante de un compañero, todo lo consultabas para no herir a nadie. Eres, sencillamente, genial.

El miércoles cuando estuve contigo en el hospital salí muy contento, había conseguido arrancarte algunas sonrisas; había conseguido que, por unos momentos, la habitación del hospital fuera la sala de profesores.

¡Qué grande eres! Me dijiste que quería empezar el lunes a trabajar y yo te dije que si tú empezabas, también lo haría yo. Quedamos que el lunes, o sea el mismo día 17, retornaríamos. Pero, lo que son las cosas, me has fallado, he ido al cole y no te he encontrado, he encontrado un montón de profesores y de alumnos llorando, abrazados. Y sabes qué lloraban porque tú te habías ido a enseñar mates muy lejos.

No dejes de ser profesora de mates. Divide nuestros problemas, suma ilusiones, multiplica cariño y resta maldad.

Antonia, habrás visto que nunca utilicé el verbo en pasado. Eso significaría que ya no estás y no es verdad, porque te has ido lejos, muy lejos, pero nosotros te sentimos cerca, muy cerca. Aquí ha quedado tu obra, tu gran obra. Obra que esta mañana cientos de alumnos y exalumnos han manifestado en tu funeral

Antonia, en otro momento hablaremos, de momento, lo más importante es que intentes de animar a tu familia, dales fuerza y cariño y, claro, acuérdate de tus compis y de este Pacorro que nunca te va a olvidar.

Un abrazo.